María Isabel Villatarco, en su La Quiaca natal -departamento Yavi- heredó el arte del tejido gracias a su mamá y lo puso en práctica con vasta maestría en toda su vida.
La experiencia del hecho cotidiano se forjó en ella como algo infaltable y aunque solo llegó hasta el quinto grado, la idea de no abandonar este arte la acompaña hasta el día de hoy porque con ochenta años, sigue tejiendo; dejando tras de sí, una enseñanza única.
“Desde niña aprendí de mi mamá el oficio de tejer. Ella lo hace todavía a dos agujas”, contó su hija Rosario Mendoza, la yaveña que hace de este arte una valiosa muestra de lo heredado siendo niña. Cuando tenía trece años, la actividad que llamó su atención era el ver a su mamá sentarse hora tras hora, enamorada y abocada a la tarea.
“Ella me tuvo de grande, a los 46 años. Cuando era chiquita me sorprendía mirar lo que se podía hacer con las manos y me fui soltando con las dos agujas”, destacó Mendoza.
Hoy con 39 años, el encuentro con su niñez quiaqueña es innegable en aquellos momentos que son revividos con amor gracias a esta práctica.
“Mi mamá tejía con lana de llama y de oveja; me enseñó a lavarla, a teñirla con agua de remolacha y cáscaras de zanahorias, con mate y café también porque se las lava, se hila en la pushka y después se les da el color”, indicó acerca de estas técnicas que son antiguas.
El tejido fue evolucionando desde el telar, con dos agujas, tricot, crochet y a máquina. “Fui conociendo más sobre el tejido y me formé para enseñar, porque es hermoso para mí”, explicó.
Así es que desde hace cuatro años, decidió emprender su labor partir del dictado de cursos en los centros vecinales de los barrios.
Y llegó a San Pedrito, Malvinas Argentinas y Alto Comedero, entre otros lugares; con este trabajo que trasciende generaciones.
“Soy feliz de ofrecer los tejidos como medio de vida, es una terapia. Tengo grupos armados con gente que salió de un ACV, del coma y que me dicen que es una terapia psicológica y sentimental”, describió quien propone los puntos básicos para iniciarse en este camino y que luego vuela en cuanto a la creatividad.
“En mi casa tengo todo tejido, en la cocina, en el baño y en el living. Es un orgullo mostrar lo que puedo hacer”, expresó Mendoza que además, lleva adelante un proyecto pensado para las madres que llegan del norte con sus pequeños.
“Junto a varias alumnas hemos tejido ropita para los bebés del Materno, porque sabemos que muchas veces lo necesitan. Es ropa tejida con lana de bebé hipoalergénica y las mamás lo agradecen mucho porque es una ayuda grande”, comentó esta tejedora que es puneña de nacimiento y sabe lo que significa el cambio que implica el traslado del interior a la ciudad.
“Soy mamá y soy de La Quiaca, sé que no es fácil; por eso esta iniciativa va seguir estando para las mamás que lo necesitan junto a sus bebés”, contó esta mujer emocionada sobre esta obra que puede ser realizada por todos y que valora hasta el alma.
El Tribuno